Amor de madre by Marisa Hernández Arquero

Amor de madre by Marisa Hernández Arquero

autor:Marisa Hernández Arquero [Marisa Hernández Arquero]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: F
editor: SAGA Egmont
publicado: 2021-09-26T00:00:00+00:00


Segunda parte

Pues yo sé

que el amor es más fuerte que el odio.

Duerme corazón,

que por ti velo yo

Nana

18/01/2015

1

2012

¡Cuántos sueños e ilusiones perdidas al despertarse a la cruda realidad sin darse cuenta!

Vivir no es fácil. Todo cuesta. Cualquier acto pasa factura, nada ni nadie nos protege y hemos de avanzar intentando que el corazón no se rompa en mil pedazos y, en caso de que no podamos conseguirlo y acabe rompiéndose, hemos de intentar reconstruirlo como se pueda antes de que también se haga añicos la cordura y sólo quede el dolor insufrible de no entender nada, de no poder continuar subidos en el tren.

Estamos solos, nada ni nadie vela por nosotros. En el momento final sólo estará nuestro rostro ante el espejo. Los que nos han cuidado y querido se van y con ellos se va también esa seguridad que teníamos de niños, “Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes sola, que me perdería”.

¿Cómo se hace? ¿Cómo se consigue no aullar cada día de dolor? ¿Cómo se calma esa inquietud que nace en el pecho, sube a la garganta y paraliza los miembros?

Intentamos ver la belleza de las cosas. Incluso, hay momentos, en los que todo parece en orden. Todo es como debe ser y un rayo de —¿podríamos llamarlo felicidad?— nos atraviesa desde la coronilla a la punta del pie, pero se paga caro porque esa sensación desaparece y nos deja viviendo añorando su vuelta. Y a lo peor no vuelve más o tarda tantos años que ni nos acordamos de ella, ni la reconocemos cuando regresa.

¿Dónde ha quedado el vértigo adictivo del deseo?, ¿de la emoción incontenible que nos provocaba ver su rostro o encontrarnos con él en el camino del colegio? ¿Dónde el atrevimiento de acercarnos con cualquier excusa, hablar con él y repetir una y otra vez la corta conversación, como si de un mantra se tratara?

Y ¿dónde la primera vez que los cuerpos se aproximaron, ese abrazo, tímido primero y después procaz? Tan cerca su olor, su calor, su piel, sus huesos, Nos preguntamos, ¿es real, esto es real? ¿Él es real o se desvanecerá en cuanto abra mis ojos? Sus labios, su boca, qué alimento más dulce su saliva. Besarse, morderse, comerse, jadear, sudar, dos cuerpos acoplados, dos cuerpos fundidos y girando con el planeta. Dos cuerpos que son uno.

Apenas podemos recordar la mirada de después cuando para comunicarse no existían las palabras, si bien el corazón sabía que sí, “que esto es, que es así”, y reposaba porque por fin se encontraba en casa.

Sí, eso es la felicidad, el estallido que nos une a cada uno de los principios, de la vida, del universo mismo, más allá de cualquier límite, más allá de tu límite y de su límite. El cielo y la tierra unidos, penetrando en el misterio, siendo el misterio mismo.

Así es fácil atreverse a cualquier cosa, así es fácil vivir, porque nos sentimos fuertes, perfectamente insertados en nuestro lugar en el mundo.



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